Todos necesitamos nuestro momento, nuestro rato solos. Despejar la mente. Lo bueno es que todos tenemos nuestro paraíso personal, donde nos gusta ir, el mio sé cual es, los que me conocen lo saben, la parte mala... es que esto no es una película, no voy a ir a recapacitar y aparecerá alguien demostrándome ese toque, ese detalle de película que nunca viene mal.-entonces cierro los ojos y me imagino ahí, en mi paraíso, con el viento dándome en la cara, despeinándome el pelo. El olor a césped, césped del bueno, verde y fuerte; entonces suspiro, miro al mar y una mano me toca la cintura, me giro, pero no le veo el rostro, nunca se lo logro ver, siempre el mismo sueño y se para en el mismo minuto. 

Vuelta a la rutina.

Como dije anteriormente, el verano acaba y con el, los amores de verano. Llega el otoño y las hormonas vuelven a la normalidad. Volvemos a lo mismo de siempre. Las caras de sueño a las ocho y cuarto de la mañana, las clases de lengua, los recreos, vuelven los domingos en casa estudiando, el mal tiempo y la ropa poco abrigosa. "Vuelta al cole" como dicen. Pero eso no solo significa ir a clase y estar seis horas en una clase, implica volver a ser quien eramos, volver a investigar nuevos horizontes, encontrar amores, viajar, navidad, semana santa, carnaval...volver a la vida real, al trabajo duro, a seguir creciendo. Se acaba el paréntesis de placer de calor de tres meses que tanto adoramos y volvemos a la misma gente, a las caras nuevas, al miedo, al amor... a la rutina.