Somos creaciones de Dios, hechas a su gusto. Parece increíble que haya echo a tantas personas y que ninguna se parezca a otra, que todos tengan sus defectos, sus gustos, su color de ojos, sus virtudes, sus rasgos… él nos crea y nos deja libres, nos da cuerda y luego es cuando empezamos nosotros mismos a vivir. Hasta que la cuerda se acaba, y necesitamos que alguien vuelva a tirar de ella.
Dios aprieta, aprieta fuerte pero nunca ahoga, o eso me dice mi madre siempre. ¿Pero qué hacer cuando te aprieta y tú no tienes el aire suficiente para seguir respirando?