Él tenía ganas de volar y ella de brillar, entonces él le enseñó el cielo y ella le presentó a las estrellas. Él quería vivir y ella arriesgarse con los obstáculos de la vida, así que le jugaron un parchís a la suerte.
Él se derretía por sus besos y ella por su boca, se necesitaban. Se arriesgaron. Se enamoraron.
martes, 13 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Quien no arriesga no gana, siempre lo he dicho :)
Unbesazo!
Pedazo de textos que escribes Anita :) te quiero
Publicar un comentario