Cuando somos pequeños solo queremos divertirnos, no pensamos en que hay que levantarse a las ocho de la mañana para ir al colegio, no pensamos en estudiar, en miedos, en los problemas de la sociedad… solo nos divertimos. Ser pequeño significaba correr, reír a todas horas, divertirse, jugar y dormir; y no preocuparse de nada, tan solo de si Papa Noel no nos había traído el coche que queríamos o la muñequita del vestidito rosa. Pero a medida que vas creciendo la gente se olvida de eso, de divertirse, se martiriza tanto pensando en lo que no tiene, en lo que no va a conseguir, en los problemas que va a tener, que se olvida de la mayor aventura que existe: vivir. ¿Por qué a medida que se va creciendo olvidamos nuestros inicios y vamos siendo cada vez más duros y cabezotas? No os habéis dado cuenta que según uno cumple años, va cerrándole las puertas a las antiguas travesuras, y deja de hacerlas, pues dice “son infantiladas”. Error. Todos somos niños, todos llevamos nuestro niño dentro, esas travesuras, esa valentía de hacer las cosas, ese no miedo de nada, esa dejadez de si se mancha tu camiseta favorita, o el vestido que te compró la abuela.
Pero, es gracioso ¿ Sabéis en el único aspecto en el que todos seguimos siendo niños, dando igual si tenemos quince, treinta y cinco o sesenta y nueve? En el amor, ahí todos somos unos niños y nos da igual, nos encanta serlo.
Pasen los años que pasen, yo siempre seguiré siendo una niña, me encanta ser una niña y más la de sus ojos.
2 comentarios:
Tia sabes que siempre me han impresionado tus textos, porque son verdaderamente bonitos!
Guapa, te sigo!
Nice post! I love that picture, I adore stripes!
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