Han pasado años desde que nos vimos por primera vez, y cuanto han cambiado las cosas. No cambio absolutamente nada de todo lo que ha habido en ese tiempo. Tú eres la viva imagen de la palabra amistad y de todos sus aspectos.
A partir de este verano tu vida y la mía han dado un giro de 360º. Y han cambiado las cosas. Te ha aparecido la oportunidad de tu vida y con ella muchisimas cosas, decisiones, sonrisas, lágrimas.. ¿Qué te voy a decir yo? Ahora mismo tu nueva casa está a 549 km de la mía... que para muchos, se dirá pronto. ¿Pero sabes que es lo bueno? Que tú estas todos los días conmigo, porque te llevo en el corazón; porque tus problemas, tus cosas, tus virtudes, tus manías, tu vida... son la mía, porque tú formas parte de mi, entonces tu vida es la mía y viceversa.
Cada vez que te asomes a la ventana, bajes las escaleritas del edificio y veas llover, acuérdate de mi. Porque cada gota será un "te quiero" que te mando desde aquí, la ciudad de Cristal.
Yo estaré en cada caída, en cada levantamiento, en cada jugada, en cada momento importante, no sé si físicamente será posible, pero si mentalmente. Nunca te voy a dejar atrás ni solo, aunque no dudo que nunca llegarás a estar solo, porque tienes muchos amigos y un gran equipo. Pero yo estaré también, porque creo que soy lo atípico de tu típico de cada día. Y en muchos momentos he sido lo primero, lo típico y aunque ahora, por circunstancias tenga que ponerme al margen, pero al menos estoy ahí, tú sabes que soy importante.
Nunca me olvidaré de el primer día que por sorpresa te fui a visitar a Vitoria y me dijiste una frase, en unas escaleras, en un momento cualquiera: "Todavía no me creo que estés aquí, conmigo." En esas ocho palabras no pronuncias la palabra "te quiero", "única", "increíble" no.. pero detrás de unas simples ocho palabras y de la cara que pusiste y de el abrazo que me diste después de pronunciarlo, me dijiste muchas cosas que no hace falta decir con palabras. Yo me quedo con eso y te doy las gracias, es un recuerdo precioso que no olvidaré nunca.
Te quiero Carlos, de esa manera en la que solo se puede querer a un delimitado grupo de personas. Tú eres de esas, y siempre será así. Me has ayudado, apoyado, enseñado, valorado, admirado, defendido, mimado, levantado... con los años te has ganado una habitación particular en mi corazón y créeme cuando te digo que es irreemplazable y siempre será, tú habitación, la nuestra.
Nunca dejes que te digan que eres incapaz de hacer algo, y persigue siempre tu sueño, lucha por el, porque habrá baches, a las cosas grandes se llega con cansancio, pero se termina llegando. Y quizá en unos años, yo tendré esa entrada para ver al Caja Laboral en tercera fila :)